El acceso percutáneo extraanatómico a la tráquea conoce dos vías: como medida de emergencia salvavidas en caso de obstrucción aguda de las vías respiratorias por encima de la laringe, penetrando idealmente el ligamento cricotiroideo entre el cartílago tiroides y el cartílago cricoides (coniotomía).
Así como un procedimiento generalmente electivo en medicina intensiva para permitir la ventilación a largo plazo mediante un tubo de permanencia, que puede evitar la nariz o la boca, la faringe y la laringe (traqueotomía por punción).
El traqueostoma resultante de la punción, sondaje con un alambre guía y dilatación cuidadosa (PDT) sirve para la colocación de una cánula traqueal bloqueable de diferentes materiales y las modalidades de cuidado correspondientes. Una variante de este procedimiento reemplaza el acceso por punción percutánea por la preparación quirúrgica.
La traqueotomía es uno de los procedimientos quirúrgicos más antiguos en absoluto.
Así, la literatura de historia médica ya menciona referencias en el Rig-Veda del hinduismo (1) del segundo milenio antes de Cristo o en Galeno (2 y 3).
En la primera mitad del siglo XIX, el procedimiento adquirió el estatus de un procedimiento estandarizado a través de las publicaciones de Armand Trousseau (4) sobre sus tratamientos de numerosos niños enfermos de difteria (5).
En evaluaciones estadísticas de las complicaciones periprocedimentales de la traqueotomía, se encuentran indicaciones en un amplio rango entre el 5 y el 48 %, predominantemente sin ventaja significativa para la preparación quirúrgica frente al método de punción (6).
En un estudio de 2012, M. Pauliny y colaboradores actualizaron esta comparación en 109 pacientes y encontraron, respecto a hemorragia posterior, infección y fugas de aire (neumotórax, neumomediastino), tampoco ninguna ventaja estadística del procedimiento quirúrgico más elaborado frente al método de punción realizado mayoritariamente fuera de una sala de operaciones (7).
Los resultados correspondían a los del trabajo de Th. M. Treu y M. Knoch (8), que en 1997 apostrofaron la traqueotomía dilatativa percutánea como “un nuevo procedimiento” y también informaron de 9 punciones fallidas (sin consecuencias) en 112 casos examinados.
Las consecuencias agudas más frecuentes de una punción fallida para la PDT son de naturaleza vascular. Una recopilación al respecto, así como la casuística de una complicación grave no vascular, se encuentran en el artículo de Peter Gilbey de agosto de 2012.
Sin duda, también merece mención la representación de la operación por Henri de Toulouse-Lautrec (9) de 1891 (“Opération de trachéotomie”), que muestra a nadie menos que al Docteur Jules Emile Péan en acción; aunque probablemente en un momento preparatorio temprano de la “opération”:毕竟, está mirando profundamente en la boca del paciente.
La literatura es inconsistente respecto a la primera descripción del procedimiento habitual actual; sin embargo, la mayoría cita el artículo de P. Ciaglia del año 1985 (10) y su seguimiento a largo plazo de 1992 (11).