Las intervenciones resectivas en la cirugía hepática se realizan por enfermedades muy diferentes. En primer plano están los malignomas hepáticos, seguidos de tumores benignos, algunas enfermedades benignas no tumorales y la donación hepática en vida.
Indicaciones frecuentes para una resección hepática
1. Malignomas
1.1 Primarios
- Carcinoma hepatocelular (CHC)
- Carcinoma colangiocelular (CCC)
- Cistadenocarcinoma
1.2 Metástasis
- Carcinoma colorrectal
- Malignomas no colorrectales no endocrinos
- Malignomas endocrinos
1.3 Invasión tumoral directa
- Carcinoma de vesícula biliar
- Carcinoma de colon
- Colangiocarcinoma hiliar
- Carcinoma gástrico
- Carcinoma renal
- Carcinoma suprarrenal
- Sarcomas retroperitoneales/V. cava
2. Enfermedades benignas
2.1 Tumores hepáticos
- Adenoma
- Hiperplasia nodular focal
- Hemangioma
- Cistadenoma
2.2 Condiciones no tumorales
- Quistes hepáticos/degeneración hepática poliquística (en progresión rápida y síntomas clínicos como sensación de presión, dolor, disnea o infección)
- Quistes hepáticos parasitarios (equinococos)
- Cálculos intrahepáticos
- Síndrome de Caroli
- Abscesos hepáticos recurrentes
- Trauma hepático
- Donación hepática en vida
En la indicación para la resección hepática deben considerarse aspectos funcionales, técnico-operativos y, en malignomas, oncológicos.
Aspectos oncológicos
El objetivo de la terapia operatoria de malignomas hepáticos es la resección R0, es decir, la resección tumoral completa macro y microscópicamente. Solo en metástasis hepáticas neuroendocrinas sintomáticas puede estar indicada también una resección R2, ya que un debulking de más del 90 % de la masa tumoral lleva a la ausencia de síntomas («cirugía citorreductora»).
Aspectos funcionales
La causa más importante de la mortalidad perioperatoria después de la resección hepática es la insuficiencia hepática. La evaluación del riesgo tiene por tanto una importancia decisiva, ya que las posibilidades terapéuticas en una insuficiencia hepática postoperatoria son muy limitadas. La aparición de una insuficiencia hepática postoperatoria correlaciona con:
- Tamaño y calidad del tejido hepático restante (cirrosis, esteatosis, fibrosis)
- Presencia de colestasis o colangitis
- Extensión del trauma operatorio (tamaño de la superficie de resección, pérdida de sangre, duración de una eventual oclusión hiliar)
- Complicaciones postoperatorias (fugas biliares, infecciones, etc.)
Si el hígado no está dañado previamente y presenta una función de síntesis y excreción normal, se consideran aproximadamente el 25-30 % del volumen hepático funcional como valor orientativo para el parénquima hepático que debe dejarse como mínimo en una resección. Sin embargo, un requisito para ello es un suministro sanguíneo arterial y portalvenoso impecable, así como un drenaje venoso hepático y biliar sin obstáculos del tejido hepático restante. Una orientación aproximada sobre la función de síntesis y excreción del hígado la dan los parámetros de laboratorio de rutina (bilirrubina, albúmina, colinesterasa y coagulación), pero para la evaluación de la reserva funcional hepática después de resecciones extensas son de importancia secundaria.
Correspondientemente más difícil es la estimación de la reserva funcional de un hígado cirrótico. Además del estado general físico y el Child-Pugh-Score, la gravedad de la hipertensión portal es de importancia decisiva. Los parámetros más importantes para una función hepática postoperatoria suficiente son una bilirrubina en valores normales y un gradiente de presión venosa hepática de < 10 mmHg. Indicadores del grado de hipertensión portal son el tamaño del bazo, la presencia de varices esofágicas y el recuento de plaquetas (Cave: < 100.000/μl). En una cirrosis hepática, el alcance de la resección está por tanto limitado (excisiones en cuña, mono- o bisegmentectomías). Solo en el estadio Child-A sin hipertensión portal puede ser posible en casos individuales también una hemihepatectomía. Una cirrosis Child-C representa una contraindicación para la resección hepática.
Aspectos técnico-operativos
Desde aspectos funcionales y técnico-operativos, una resección hepática debe considerarse siempre en caso de indicación correspondiente cuando se puedan dejar al menos dos segmentos hepáticos suficientemente grandes con suministro vascular y biliar adecuado o drenaje.
La terapia quirúrgica de tumores hepáticos benignos requiere un alto grado de indicación crítica y resulta en frecuencia descendente de:
- incertidumbre diagnóstica a pesar de un diagnóstico exhaustivo
- sintomatología clínica, p. ej. dolor abdominal superior, náuseas o colestasis debida al tamaño del tumor, fenómenos de compresión o crecimiento significativo
- el riesgo de rotura y hemorragia en el adenoma con tamaño > 5 cm
- el riesgo de degeneración

