La terapia de presión negativa abdominal es un procedimiento para el tratamiento de pacientes con un abdomen abierto (laparostoma), en los que un cierre de la pared abdominal no es posible o ya no es posible o sensato. Las indicaciones clásicas son la sepsis abdominal y el síndrome compartimental abdominal.
El funcionamiento de la terapia de presión negativa abdominal se basa en los principios de oclusión y terapia de presión negativa. Oclusión significa que la cavidad abdominal se sella de manera hermética al aire y a los líquidos con un vendaje de lámina especial, lo que permite la conexión de una bomba que genera una presión negativa en el abdomen mediante succión continua o intermitente. La presión negativa conduce a la eliminación de exudado y debris de la cavidad peritoneal (efecto de drenaje) y a un cierre dinámico provisional de la pared abdominal sin suturas. La terapia de presión negativa abdominal se denomina generalmente «terapia de vacío», lo que físicamente no es correcto, ya que solo se genera presión negativa y no vacío [1].
La idea del tratamiento del abdomen abierto mediante terapia de presión negativa se remonta al principio de la terapia de presión negativa en heridas superficiales, que se aplica con gran éxito en heridas agudas y crónicas. La terapia de presión negativa está contraindicada en pacientes con trastornos de coagulación clínicamente relevantes, con osteomielitis no tratada o heridas malignas y con órganos y vasos sanguíneos expuestos. Por lo tanto, la terapia de presión negativa en su forma habitual de aplicación en heridas agudas y crónicas no debe usarse en el abdomen, ya que la presión negativa en combinación con vendajes oclusivos conlleva un alto riesgo de formación de fístulas de intestino delgado. En consecuencia, la aplicación de la terapia de presión negativa en el abdomen requiere vendajes oclusivos especiales con láminas, espumas y gasas adecuadas [2, 3, 4].
El abdomen abierto se asocia tradicionalmente con un mal resultado y una mortalidad y morbilidad significativas para los pacientes. La terapia de presión negativa local ofrece ventajas significativas sobre los vendajes tradicionales y las medidas intervencionistas:
1. La terapia de presión negativa abdominal reduce el riesgo de un síndrome compartimental abdominal, porque el vendaje estabiliza la pared abdominal sin sutura tradicional [5].
2. La terapia de presión negativa aumenta las posibilidades de un cierre primario (posterior) de la cavidad abdominal, con lo que se evitan medidas reconstructivas complejas para el cierre de la pared abdominal.
3. La terapia de presión negativa permite la posición prona para mejorar la respiración, porque el sistema estabiliza la pared abdominal, lo que es necesario para una respiración asistida por el diafragma. Esto a su vez permite una extubación más temprana.
4. En comparación con la terapia convencional del abdomen abierto (p. ej., colocación de paños abdominales húmedos o lámina impermeable), la terapia de presión negativa reduce la mortalidad [6].
5. En pacientes «aptos», los sistemas de presión negativa portátiles permiten una movilización temprana y el traslado a una unidad periférica.