Terapia de vacío endoscópica para el tratamiento de fugas colorrectales
Desde los primeros informes a finales de la década de 1990, la terapia de heridas asistida por vacío ha conquistado casi todos los ámbitos de la cirugía, ya que se trata de un método versátil y fácil de manejar para el tratamiento de heridas complicadas [1]. En 2001, Weidenhagen et al. comenzaron a utilizar la terapia de vacío endoscópica para el manejo de complicaciones de insuficiencias anastomóticas colorrectales como «método mínimamente invasivo para el drenaje continuo y efectivo de abscesos y fístulas perianastomóticas en la región pélvica en combinación con desbridamiento y cierre mecánico consecutivo de la fuga» [2]. En 28 de 29 casos de insuficiencia anastomótica colorrectal, estos sanaron después de la terapia de vacío endoluminal (EVT) sin intervención quirúrgica adicional [2]. En el curso posterior, la EVT se utilizó con éxito para el tratamiento intervencionista de diversos defectos en el tracto gastrointestinal superior e inferior [3] y está disponible desde 2007 como producto médico certificado (Eso-, Endo-SPONGE®).
Las fugas anastomóticas (AL) y otros defectos colorrectales como fugas de muñón de Hartmann están asociadas con una alta morbilidad y mortalidad [4]. La incidencia de AL en operaciones de carcinoma de recto oscila entre el 6 y el 30 % con un promedio del 11 %, dependiendo de la altura de la anastomosis [4]. Por lo tanto, un número relevante de pacientes se ve afectado por esta complicación grave.
La EVT de fugas colorrectales se basa en la colocación transanal de una esponja microporosa de células abiertas intraluminal a la altura de la AL (u otros defectos colorrectales) o a través de la fuga en una cavidad de absceso perianastomótico extraluminal utilizando endoscopios flexibles [2]. La presión negativa ("vacío") se aplica a través de un tubo de evacuación fijado a la esponja [5]. La esponja se cambia generalmente cada 2-4 días, hasta que la infección ha remitido y el defecto se ha cerrado con tejido de granulación, lo que puede demostrarse endoscópicamente [5]. Este drenaje activo del foco de infección conduce a una reducción de la contaminación bacteriana, del edema local y de la secreción, mejora demostrablemente la perfusión sanguínea e induce tejido de granulación [7].
La EVT se ha desarrollado en muchos países -principalmente europeos- hasta convertirse en un tratamiento estándar para fugas quirúrgicas [5-26]. Sobre este tema se han publicado hasta ahora una gran cantidad de estudios observacionales menores y series de casos, pero no datos de estudios aleatorizados controlados. Una revisión sistemática y metaanálisis sobre la eficacia y seguridad del tratamiento de fugas colorrectales de 2022 ha cerrado esta brecha [27]. Tras la búsqueda correspondiente en bases de datos, se incluyeron 24 estudios con un total de 690 pacientes con defectos colorrectales (después de intervenciones colorrectales incl. Hartmann, perforaciones de divertículos, traumas), que se sometieron a EVT. El estudio llegó a la conclusión de que la EVT es una opción de tratamiento factible con riesgos manejables para pacientes seleccionados con fugas colorrectales:
1. Duración del tratamiento EVT y número de cambios de esponja: 23,4 días y 6,8 cambios de esponja.
2. Tasa de éxito de la EVT: 81,5 %
3. Frecuencia de colocación de estoma: 76,4 %
4. Tasa media de reversión de estoma después de EVT: 66,7 % (415 pacientes solo necesitaron un estoma temporal, en 139 pacientes no fue necesario colocar un estoma)
5. Complicaciones de la EVT (fístulas, estenosis, abscesos presacrales, hemorragias): 12,1 %
6. Mortalidad asociada a la EVT: 0 %