- Colocación intraperitoneal accidental de la esponja con el riesgo de provocar una fístula intestinal.
No es necesario temer una peritonitis, ya que a través del vacío se produce una inversión de presión y, por lo tanto, se drena la secreción infecciosa. - Infección ascendente con peritonitis generalizada → Relaparotomía con drenajes dirigidos y antibioticoterapia, en su caso disolución de la anastomosis con colostomía terminal.
Esto no es, sin embargo, la consecuencia de la terapia con esponja, sino la consecuencia de un drenaje inadecuado de la secreción de la herida. Las causas más frecuentes son un vacío insuficiente en el recipiente de salida, una esponja/catéter obstruido, un foco no drenado completamente debido a múltiples cámaras/cuevas de la cavidad de la herida o una esponja demasiado pequeña. - Fístula entero-anal por contacto de la esponja con el intestino delgado.
- Pérdida de sangre en hemorragias por erosión séptica menores, que se mantienen por el vacío (¡en total muy raras!).
- Pérdida de la esponja por desgarro del catéter al extraerla.
La extracción con pinzas endoscópicas puede ser entonces muy laboriosa. - Crecimiento de la esponja en el tejido de granulación con dificultades resultantes en la extracción y, en su caso, provocación de hemorragias del tejido de granulación.
- Dislocación hacia intraluminal con obstrucción del lumen intestinal.
Por lo general, no se produce un íleo por esto, ya que la esponja se obstruye rápidamente por las heces y, por lo tanto, el sistema se nota como no funcional. La mucosa en sí es completamente resistente al vacío y a la esponja de poliuretano, de modo que no se causa erosión o perforación por ello (¡a diferencia del lado seroso!).