En trastornos del ritmo cardíaco bradicárdicos sintomáticos, la implantación de un marcapasos cardíaco representa el tratamiento de elección y, en ciertos casos de insuficiencia cardíaca crónica, como terapia de resincronización cardíaca, es una opción terapéutica importante (10, 14).
Por año, en Alemania se realizan aproximadamente 70.000 nuevas implantaciones, así como alrededor de 25.000 intervenciones de revisión o cambios de generador en sistemas ya implantados (17).
La gran mayoría de las intervenciones se llevan a cabo bajo anestesia local y, en su caso, sedación analgésica. Debido a las bajas tasas de complicaciones (1, 3, 6, 13, 15, 21), en pacientes seleccionados también se puede realizar una implantación de marcapasos cardíaco de forma ambulatoria (25).
Las formaciones de hematomas en el área de la bolsa del generador ocurren en el 0,5-5 % de los pacientes después de la implantación de un marcapasos cardíaco y, por lo tanto, son una complicación relativamente frecuente (1, 26). Las hemorragias graves que requieren transfusión son, sin embargo, muy raras, su frecuencia probablemente se encuentre en el rango de los milésimos (26).
La mayoría de los pacientes en los que se indica la terapia con marcapasos presentan una enfermedad cardíaca estructural que requiere la administración de inhibidores de la agregación plaquetaria
y/o anticoagulantes, lo que influye en el riesgo de hemorragia. Para la implantación del marcapasos, generalmente no es necesario suspender el ácido acetilsalicílico, mientras que la combinación de ácido acetilsalicílico y clopidogrel/ticlopidina aumenta el riesgo de hemorragia (26). La anticoagulación oral con Marcumar® debe suspenderse unos días, la implantación del marcapasos cardíaco puede realizarse una vez que el INR esté por debajo de 1,5-2,0. Se debe evitar, si el riesgo tromboembólico individual del paciente lo permite, una administración intravenosa superpuesta de heparina (26), ya que esta aumenta el riesgo de hemorragia postoperatoria independientemente del momento de inicio de la terapia con heparina (18).
Las infecciones de la bolsa del marcapasos son raras, pero en algunos casos representan una complicación amenazante de la implantación del marcapasos cardíaco. El riesgo de infecciones de la bolsa se sitúa entre el 0,2-5,1 % (1, 3, 4, 6, 8, 13, 15, 20, 21, 26). Los hematomas de la bolsa parecen no favorecer el riesgo de infección.
Los pacientes en los que, debido a su enfermedad cardíaca, está indicada una profilaxis de endocarditis, deben recibirla también en el marco de la implantación del marcapasos cardíaco. Se recomienda también para todos los demás pacientes, ya que algunos estudios y un metaanálisis indican que mediante una antibioterapia perioperatoria se puede reducir el riesgo de infección (4, 8, 20). La presencia de un sistema de marcapasos en sí no representa una indicación para la profilaxis de endocarditis en intervenciones posteriores.
Con una frecuencia del 0,5-4,4 %, las dislocaciones de sondas representan un problema no infrecuente entre las complicaciones específicas de la implantación del marcapasos cardíaco (1, 3, 6, 13, 15, 21) y son la causa más frecuente de reintervenciones quirúrgicas tempranas. Las sondas auriculares se dislocan con más frecuencia que las ventriculares. El uso de manguitos de sutura, colocados lo más cerca posible del punto de entrada de la sonda en el vaso (véase ejemplo en vídeo), así como el uso de electrodos de tornillo, reducen el riesgo de dislocación, estos últimos especialmente donde el miocardio presenta una trabecularización baja (aurícula).
Otra complicación típica de la implantación del marcapasos es el neumotórax, que ocurre casi exclusivamente en el marco de una punción de la V. subclavia. La frecuencia se sitúa entre el 0,5-2,0 % (1, 3, 6, 13, 15, 21). Si es posible, la colocación de la sonda debe realizarse mediante una venotomía de la V. cefálica; si la punción subclavia es inevitable, debe realizarse una punción más lateral para minimizar el riesgo de lesión pleural.
En hasta el 15 % de todos los pacientes asintomáticos después de la implantación del marcapasos, mediante métodos de examen computarizados de alta resolución se puede demostrar una perforación miocárdica por electrodos de marcapasos. Las perforaciones ocurren de manera desproporcionadamente frecuente en el uso de electrodos de tornillo a nivel auricular, en sondas de desfibrilador ventricular, en sondas temporales y en medicación con esteroides (11). Como factor protector se demostró una presión sistólica ventricular derecha elevada (16, 23). La frecuencia de lesiones menores con desarrollo temprano de síntomas de pericarditis se sitúa en el 5 % (23), la de lesiones con derrame pericárdico hemodinámicamente relevante entre el 0 y el 1,2 % (6, 13, 15, 16, 21). Con el uso creciente de electrodos de calibre pequeño, se acumulan perforaciones subagudas que se manifiestan meses después de la implantación (12, 22).
Entre el 6 y el 25 % de los pacientes desarrollan después de la implantación del marcapasos una trombosis de la V. subclavia, aunque la mayoría de los pacientes permanecen asintomáticos (2, 5, 9, 24).