Ya en los inicios de la cirugía torácica, la neumonectomía ocupaba una posición especial, en la medida en que la intervención presentaba una letalidad del 100 por ciento. No fue hasta 1931 cuando se logró la primera neumonectomía exitosa documentada en un niño después de un trauma torácico por Rudolph Nissen.
Desde entonces, no solo la técnica quirúrgica, sino también la anestesia y la medicina intensiva se han desarrollado considerablemente. Sin embargo, la intervención sigue siendo una operación con riesgos considerables, una mortalidad a 30 días del 5% al 12% y una restricción de por vida en la calidad de vida. Una indicación estricta y selección de pacientes para la intervención es aquí el factor más importante. (3, 4)
Teniendo en cuenta la indicación mayoritariamente maligna de un carcinoma bronquial avanzado, los pacientes se mostraron en su mayoría agradecidos por el tiempo de vida ganado, incluso con una restricción física clara. (5)
Por lo tanto, siempre se debe verificar si no es posible una resección en manguito ahorradora de parénquima. En la literatura actual se muestra que una lobectomía en manguito („resección en manguito“) va acompañada de una mortalidad a 30 días claramente menor entre 0 y 4,3 %. (6) También la función pulmonar postoperatoria y, por lo tanto, la capacidad física se muestran claramente mejoradas, lo que explica un aumento en la calidad de vida como consecuencia lógica. (5, 6)
Las preocupaciones originales de una tasa aumentada de recidivas locales pudieron ser refutadas claramente por estudios más recientes, si se tiene en cuenta un diagnóstico de corte rápido intraoperatorio y una indicación estricta. (7)