La rectopexia ventral laparoscópica con malla fue introducida en 2004 por D’Hoore y Penninckx. Sin embargo, técnicas abiertas similares ya se describieron en los años 80. Inicialmente prevista para la corrección del prolapso rectal completo externo, la indicación se amplió posteriormente al prolapso rectal interno (intususcepción) y la rectocele, siempre que estos se combinen con una disfunción compleja del suelo pélvico y muestren limitaciones funcionales en el sentido de una defecación obstructiva o incontinencia fecal. Sin embargo, los resultados operatorios para estas últimas indicaciones están mal documentados, por lo que aquí el diagnóstico y la indicación operatoria siguen considerándose muy críticos. El método se describe para el síndrome de úlcera rectal y también se aplica, por ejemplo, en el prolapso de una bolsa ileoanal y para el prolapso después de una resección rectal anterior profunda (especialmente intersfinteriana). En estos últimos pacientes, la técnica es incluso más sencilla, porque el paso de preparación se omite en gran medida.
A diferencia de los procedimientos de pexia más antiguos, en la rectopexia ventral no se realiza una movilización posterior del recto y, por lo tanto, se preserva en principio el sistema nervioso autónomo situado aquí. También se renuncia a una resección del sigma.
Aunque la tasa de complicaciones de la malla no es comparable con la de las mallas introducidas por vía transvaginal, para la implantación de un cuerpo extraño en el marco de una enfermedad funcional benigna se aplica una indicación estricta y, sobre todo en pacientes más jóvenes, una información detallada al respecto.
En el ejemplo mostrado, la indicación se establece debido a un prolapso rectal completo de grado 3.

