Tumores del estroma gastrointestinal son sarcomas de tejidos blandos que se originan de las células de Cajal, las células marcapasos del tracto gastrointestinal, o de sus células precursoras.
Los GIST representan un 1 % de todos los tumores malignos gastrointestinales, por lo que son raros, pero al mismo tiempo constituyen los tumores mesenquimales más frecuentes del tracto gastrointestinal. Se estima una incidencia de aproximadamente 15 casos/1 millón de habitantes. La edad mediana al inicio de la enfermedad se sitúa entre los 55 y los 65 años. No existe una predisposición específica por sexo.
Decisivo para la patogénesis es una mutación en el receptor KIT o PDGF, que conduce a una actividad continua de la tirosina quinasa del receptor.
Por ello, los GIST representan un paradigma de terapia exitosa con inhibidores de la tirosina quinasa.
Desde la aprobación del TKI imatinib en 2002, la supervivencia global de los pacientes con GIST metastásico se ha triplicado. Mediante el uso adyuvante de TKI, también se ha podido prolongar significativamente la supervivencia de los pacientes con GIST localizado.
La estrategia terapéutica en los GIST está determinada por su caracterización molecular.
El estado mutacional tiene una gran importancia predictiva. Los GIST con mutación en el exón 11 de KIT tienen, por ejemplo, la mejor respuesta con tasas de remisión parcial del 80 %. En caso de mutación en el exón 9 de KIT, la duplicación a 800 mg de imatinib es el estándar para aumentar la respuesta. Una mutación en el exón 18 de PDGFRA conlleva una resistencia primaria.
En aproximadamente el 10 % de los casos no se detecta ninguna mutación en el gen KIT o PDGFRA, lo que se denomina tipo salvaje.
Por estos motivos, siempre debe solicitarse un análisis de mutaciones cuando esté indicada una terapia medicamentosa.
Los GIST aparecen con mayor frecuencia en el estómago (33-63 %), seguidos de manifestaciones en el intestino delgado (23-38 %). El colon y el recto están afectados en un 5-32 %. Muy raramente se encuentran GIST en el esófago, el duodeno y extraintestinales.
Aproximadamente la mitad de los pacientes con GIST recién diagnosticado ya presentan metástasis. Los sitios de metástasis más frecuentes son el hígado (hasta el 65 %) y el peritoneo (20 %).
Los GIST muestran un comportamiento biológico heterogéneo. Faltan criterios citomorfológicos de malignidad para una clasificación clara “benigno – maligno”.
Incluso tumores de tamaño muy pequeño y con un número de mitosis muy bajo metastatizan ocasionalmente, por lo que todos los GIST deben considerarse potencialmente malignos.
La clasificación en diferentes niveles de riesgo de degeneración maligna se realiza en las categorías “riesgo muy bajo, bajo, intermedio y alto” en función de los parámetros tamaño del tumor e índice mitótico.
Además, el riesgo/pronóstico depende de la localización del tumor.
Un GIST del estómago tiene, con el mismo tamaño tumoral y número de mitosis, un mejor pronóstico de supervivencia que un GIST del intestino delgado; los GIST colorrectales muestran el peor curso.
La mediana de supervivencia para GIST avanzados y metastásicos se sitúa, gracias al uso de terapias dirigidas (“targeted therapies”), en aproximadamente cinco años.